Me verás volver

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La última vez que fui a un gimnasio fue en el año 1993. Por el año 2000 volví a hacer algo de actividad física, empecé a caminar y lo sigo haciendo hasta ahora. En el 2009 aprendí a nadar. Hasta ese entonces lograba mantenerme a flote por un rato aun cuando seguía tapándome la nariz con la mano para meterme abajo del agua. Poco a poco le fui tomando el gusto a nadar, al punto que empecé a hacer casi todos los días infinitas idas y vueltas a los 50 metros de la gloriosa pileta en la universidad. Hasta que quedé embarazada. Desde el momento que me hice el test dejé de nadar. Simplemente no quise. El embarazo culminó con casi 20 kilitos (el diminutivo me ayuda a digerir el número) en el haber. Resulta que comer profiteroles como quien come pochoclos deja su huella en el cuerpo. Luca nació con generosos 3.895 k y largos 55 cm que se llevaron parte de esos kilos. Pero quedaría un núcleo duro que me saludaba todos los días desde el espejo que no se iba a ir tan fácil.

Un día llegó el viaje a Argentina. Malditos asados, milanesas, picadas y cervezas, los maldigo por ser tan ricos y gustarme tanto! Argentina no hizo el destrozo que pensé que podía hacer, pero tampoco ayudó al operativo reducción. Poco importó entonces, pero llegó el momento de la verdad. Bebito está ya camino a los 9 meses, y me están quedando pocas excusas.

Me anoté nuevamente en el gimnasio, esta vez in english. Soporté que me pesaran y me tomaran medidas; soporto verme en el espejo de ese lugar tratando de hacer abdominales, colorada y chivada. Hoy por hoy me levanto cada día de la cama haciendo un quejido nuevo que corresponde a un dolor muscular nuevo.

Pero de a poco estoy volviendo a mover el esqueleto y eso me hace bien. El impulso vino acompañado de una pasada por la peluquería; de la decisión de dejar la tan amada jogineta de lado y volver a ponerle onda al vestirme; de amigarme con las ensaladas; de haber anotado a Luca en el jardincito (próximo post!) y saber que pronto tendré algunas tardes libres para trabajar nuevamente en mi doctorado.

Los 9 meses del embarazo + los 9 meses con Luca revolucionaron mi existencia y me dejaron patas para arriba, por momentos sin encontrarme. Pero lo que una quiere que vuelva, vuelve. Y yo estoy volviendo.